El Centurión P10- Titanomaquia II

Los Humanos, los primates de antaño que fueron creados en la dimensión de lo abstracto, son seres racionales que eminentemente sociales; gozan, viven y sufren en comunidad. Son víctimas de toda fuerza superior, incluso de ellos mismos. Son el eslabón más débil en la cadena de entidades en todas las dimensiones y están destinados al sacrificio. Por esa razón, una guerra como la Titanomaquia provoca caos en su existencia, por ejemplo; los terremotos son causados por bruscos movimientos de las placas tectónicas que son el lecho de reposo de la Diosa Minerva, incluso el Dios Vulcano de vez en cuando genera una actividad volcánica para enviarles un mensaje. En algunas dimensiones, los humanos han visto causando estragos al Leviatán, esa vestía que cada cierto tiempo es liberada al mar de la superficie como presagio de que una gran guerra está sucediendo. En otras dimensiones y en tiempos distintos les ha tocado presenciar huracanes, terremotos, erupciones volcánicas o cualquier evento natural que provoque un reinicio en su conducta, ya que como dijo la Diosa Diana; ellos son los preservadores de la vida y el equilibrio. En cuanto a los demonios, esos seres de la dimensión espiritual son las pesadillas en el mundo de los vivos, están siempre intentando entrar a la dimensión de lo abstracto utilizando recipientes de carne y hueso. Por consiguiente, es aquí donde surge una cualidad del hombre como ser perfectible, ya que puede soportar en su materialidad a su espíritu o a cualquier entidad parásita que lo encuentre vulnerable. Incluso a un Dios.

Nonio Recepto cae al piso afirmado con un cetro en su mano derecha después de ser soltado por los cien brazos del hecatónquiro. Se sostiene fuertemente y con ambas manos intenta levantarse, pero poco a poco la fuerza y el poder físico manifiestan cambios importantes en su ser fortalecido. Este bastón que lo ayuda simboliza la fuerza, el poder y la soberanía de Júpiter, y sorpresivamente generó un lazo inmediato con el interior del romano. A tal punto que desconoció su propio cuerpo.

-Entonces… – Habla Nonio- ¿Este es mi nuevo recipiente?

Los cíclopes a su alrededor y el hecatónquiro estaban atentos al cambio conductual del humano y retrocedían lentamente con la intensión de ir por sus armas.

– ¿Qué eres ahora?

– ¿Quién eres ahora?

– ¿Aún tienes un mensaje?

Le preguntan los cíclopes.

– Creo saber lo que soy y creo saber quien soy, pero mensaje que entregar no tengo ninguno.

– ¡Comprobémoslo! – Responden las bestias.

Los cíclopes entraron en cólera y tomaron sus armas para arremeter contra el mensajero, con la misma técnica que lo vencieron anteriormente, con imprevistos impactos al cuerpo, pero esta vez eran inservibles ya que no podían tocarlo. Así es, Nonio tenía la rapidez de un rayo para evadir a los tres cíclopes y la fuerza para levantarlos sin necesidad de un mayor esfuerzo, y así quedó demostrado. Esquiva a los hermanos de un solo ojo y cruza su cetro con el mazo de uno de ellos, demostrando que lograba hábilmente detener los impactos letales que podían destrozar un cuerpo humano. Luego con un empuje lanza al cíclope al muro de rocas y a otro le lanza un rayo llevándolo al mismo destino, la tercera de las bestias abrió con su cuerpo una nueva salida al exterior ayudada por los rayos que provenían del cetro. Nonio iba camino al exterior cuando repentinamente fue cubierto por los cien brazos del hecatónquiro y aplastado por las cincuenta cabezas, este salta nuevamente para volver a aplastarlo una y otra vez hasta que los impactos terminaron con un gran socavón en el piso.

Los años de la brutal guerra pasaban con cada demonio que moría bajo las pujantes armas de los olímpicos, pero la cantidad de demonios, ninfas, bestias y toda entidad maligna partidaria a los Titanes era innumerable. Por consiguiente, en el Tártaro ya se había tomado una decisión, en vista de que el agotamiento de luchar continuamente absorbía hasta el poder de un Dios, los Titanes entraron al enfrentamiento.

Con un gran salto el Titán Hiperión llega a centro de la batalla e ilumina con las manos al cielo para provocar una ceguera temporal en todos los cercanos, así el resto de sus hermanos entra con ventaja para iniciar el contraataque. Océano golpea a Neptuno con un rodillazo que traía con gran impulso, lanzando al Dios a varios metros lejos del lugar. La Titánide Tía llega para atacar a la Diosa Vesta mitigando el fuego de su antorcha con los cuerpos calcinados de las ninfas que se sacrifican bajo su control, muy cerca el Titán Crio arrasa con una lluvia de meteoritos el sector donde se encuentra Apolo eliminado incluso a demonios y bestias. Por su parte, Hiperión crea arpones de luz en sus manos y las lanza sin misericordia a Plutón haciéndolo retroceder sin poder ver cual es el origen. En otro sector de la batalla muchos demonios dejaron de pelear por quedar cautivados con la belleza y perfección del cuerpo de Mnemósine que camina lento y amenazante al encuentro con Venus para disputar la mejor representación de la belleza femenina, su mirada fija en su contendora no le permitía darse cuenta de que un poco más lejos su hermana Tea lanza inmensas rocas a Mercurio sepultándolo en el lugar. Como la Diosa Minerva no fue afectada por el destello de Hiperión, seguía aplastando a demonios y lanzando gigantescas rocas volcánicas a las hordas, hasta que fue distraída por un cuerpo diminuto que recorría velozmente por su cuerpo, pasando por su cuello, espalda, vientre, senos y cuando ella trababa de agarrarlo, la rapidez de Jápeto la superaba.

Lejos del lugar, en otra disputa estaban los cíclopes tristes y decepcionados por la forma fácil de morir del humano, su hermano hecatónquiro lo aplastó a tal punto de desaparecer su cuerpo entre los escombros del socavón. Ellos esperanzados habían visto con su único ojo el interior del mensajero y reconocieron la esencia, por eso no podían entender la situación. Se acercaron dubitativos al lugar para ver lo que quedaba de las partes del cuerpo y se espantaron súbitamente cuando escucharon la voz del Dios Júpiter.

-¡¿Qué están esperando que no se unen a la lucha?!

Detrás de ellos, fuera de los muros derrumbados estaba deslumbrante el Dios supremo, estaba realizando maniobras especiales de combate con la espada fulgurante de fuego eterno, se estaba adaptando a su nueva arma.

Ya no era el romano Nonio Recepto, por lo menos no en su interior, el humano tiene la complacencia de ser el recipiente de un Dios, algo que ninguno de su especie podría contar.

-Nunca estuve bajo tu aplastamiento hecatónquiro, discúlpame. – Le dice a la bestia y las cincuenta cabezas se entristecen.

-Pero si me acompañan, les prometo que podrán romper muchos cráneos y vengarse de sus hermanos los Titanes.

Inmediatamente los cíclopes entraron en colera y con movimientos frenéticos golpearon sus mazos en el piso rompiendo las rocas en señal de aprobación y el hecatónquiro comenzó a realizar extraños sonidos de sus cincuenta bocas para llamar a sus otros dos hermanos.

Los tres originarios cíclopes y los tres hecatónquiros hermanos de sangre de los titanes, tienen formada y poblada toda una ciudad con sus respectivas estirpes, de tal manera que siempre estuvieron preparándose para una eventual venganza, por consiguiente, tienen un ejército a la espera del llamado.

Por otro lado, quienes no lo estaban pasando bien, eran los Olímpicos. Ya que el agotamiento de la lucha les juagaba en desventaja, sobre todo con el fortalecido poder de los Titanes que como estrategia esperaron años antes de entrar al enfrentamiento.

Pero, aun así, la Diosa Diana aún era capaz de sostener fuerzas en la lucha contra la Titánide Temis, de la misma forma que Marte se defiende contra el inteligente Ceos. Ambos repelen los golpes y ambos inician un contraataque, pero mientras tengan que evadir a la gran cantidad de demonios que se interpone, jamás tendrán una contienda justa contra el rival. En vista de esa desventaja, Vulcano que luchaba contra Febe se da cuenta que no habrá avance en la victoria con tantas bestias y demonios en el camino, entonces decide erupcionar los volcanes y enviar una lluvia de rocas al rojo-vivo sobre el sector de la batalla. Los Olímpicos por un momento se vieron con más libertad al ver que los demonios se alejaban de la lluvia buscando un refugio, entonces iniciaron su golpe de gracia para incrementar el poderío. Neptuno levantó su tridente y comenzó a generar fuertes vientos huracanados que con la ayuda de la Diosa Vesta quien aportó con la fusión del fuego eterno de su antorcha para iniciar gigantescos tifones de fuego que arrasaron todo a su paso, incluso a los Titanes les dificultaba mantenerse en el lugar para no ser sorprendido por los fuertes vientos de fuego.

Al terminar la última ráfaga de viento en llamas, un rotundo silencio en el ambiente permitió escuchar las cenizas de muchos enemigos carbonizados que pavimentaron el suelo de la batalla. Los Titanes no muy lejos estaban recuperando energías al igual que los Olímpicos, mientras que, en lo alto Minerva logra agarrar a Jápeto y lo lanza fuertemente al piso para luego aplastarlo con el talón.

El silencio que predominaba en el campo de batalla entregó una pausa a los bandos para recuperar las fuerzas antes de continuar con sus acometidos, pero no era eterno, porque lentamente comenzó a mitigarse con los gritos de los demonios que poco a poco comenzaban a llegar y desde el cielo se veían nuevas ninfas dispuestas a luchar. Para desgracia de los Olímpicos, el lugar una vez más estaba siendo saturado de entidades malignas que solamente querían ver morir a sus enemigos. Pero esta vez algo distinto emergió del suelo, las rocas comenzaron a vibrar y luego salían disparadas para chocar entre ellas en varios sectores, se estaban formando cúmulos de rocas en distintas partes del lugar. Luego la mirada de todos se clava en el Titán más poderoso de todos, Cronos estaba llegando al campo de batalla y su ejercito de soldados de gigantes de rocas de cuatro brazos estaba naciendo, al parecer quería nivelar mucho más la balanza a su favor e imponer un punto final a esta ofensiva.

-¡Ríndanse Dioses…! ¡o morirán… aquí y ahora! – Exclama el Titán.

Los Olímpicos jamás van a ceder ante tal amenaza.

-¡Perderemos la esencia antes de arrodillarnos ante ti, Padre!

Plutón responde con un fuerte grito y rápidamente se ve sostenido por gigantes de piedra, Marte destruye a un gigante para liberar a su hermano, pero las rocas volvieron a unirse formando otro gigante.  Inmediatamente el resto de los monstruos de roca toma por la espalada a cada Dios para inutilizar sus movimientos, pero son derribados fácilmente por el poder de cada uno. El problema es que los gigantes de roca se vuelven a formar y con cada segundo que pasa se generan más y más, hasta llegar a los miles. Ahora los Olímpicos tienen un nuevo enemigo eterno, aparte de los demonios, bestias y ninfas, los gigantes de roca aumentan en número y en fuerza una vez que vuelven a crearse después de ser destruidos.

Cronos sabe que la derrota de los Olímpicos es inminente, ya que tiene el tiempo a su favor, los tiene superados en fuerza, ya estaban cansados y ahora con los gigantes de roca que se hacen más poderosos, los supera en número.

Con la ayuda de los gigantes de roca, los Titanes vieron nuevamente una oportunidad y volvieron a luchar con sus archirrivales para darles el golpe final, y para desgracia de los olímpicos, esta vez sí sentían el poder de su enemigo, estaban siendo derrotados uno a uno.

Hiperión tiene a Plutón bajo unos rayos de luz mientras que los gigantes de roca lo sostienen impidiéndole defenderse, por otro lado, Jápeto volvió a correr sobre Minerva para llevarla al piso, también con ayuda de los gigantes de roca. Mercurio, Diana, Vesta, Neptuno estaban en problemas y sobrepasados con gigantes, ya estaban siendo dominados por los Titanes. En ese momento el Titan loco toma del cuello a la Diosa Diana y la levanta en lo alto, esperó estar bajo la mirada de los Olímpicos para volver a repetirle que se rindan, pero esta vez no fue con palabras, si no con un hecho lamentable.

Cronos mató a la Diosa Diana arrancándole la cabeza. Luego lanza el cuerpo lejos del lugar y pisa la cabeza de la Diosa, no conforme con eso, camina unos metros para tomar del cuello al Dios Neptuno y entregarle el mismo destino.

Neptuno trata inútilmente de zafarse de la muerte, pero el Titán es poderoso y no le suelta el cuello. Hasta que algo llamó la atención del Titán. Se dio cuenta que Neptuno comenzó a reír e irradiar esperanza hacia sus hermanos.

Ambos pudieron ver a lo lejos un ejercito de cíclopes y de hecatónquiros que se acercaba, y a un hombre sobre cancerbero que traía una flameante espada de fuego eterno.


Autor: consciencia12

Imagen: https://mitologiayleyendas565664901.wordpress.com/2018/01/30/ciclopes/