EL TERROR DE PAREIDOLIA

– ¿Qué cree que tiene mi hija doctora?

– Bueno, los resultados de los exámenes me confirman que su hija está en perfectas condiciones. Entonces, por la información que usted me brinda del comportamiento de la pequeña, creo que sufre de una afección llamada “trastorno de pánico”. Por esa razón los episodios repentinos de miedo intenso son recurrentes.

– ¿Y cómo podemos ayudarla?

– Lo que debe descubrir son las causas probables que lo provocan. Quizás violencia intrafamiliar, Bullying en el colegio, alguna caída que le causo un trauma, etc. Son diversos los factores que pueden provocar que ella se sienta amenazada sin existir ningún peligro o causa aparente.

– Doctora, le aseguro que ninguno de esos factores que mencionó es la causa. Yo insisto que es por los fantasmas que mi hija dice ver.

– Mire don Álvaro. Insisto. Generalmente los niños menores de 6 años sufren un fenómeno psicológico llamado pareidolia facial, esto significa que perciben erróneamente desde objetos inanimados, una imagen semejante al rostro de una persona, por esa razón su niñita se asusta al pensar que ve gente en la casa.

– Pero doctora, mi hija ve rostros reales. El otro día se puso a llorar porque vio a una persona en la casa y cuando me la apuntó en la foto, era su abuela por parte de mamá. Sin embargo, mi suegra está muerta y mi hija no la alcanzó a conocer.

– Por lo mismo le digo, el rostro que ella imagina en una pared, en un basurero, un grifo, donde sea, lo asimila a un rostro familiar. Si bien es cierto, su hija no alcanzó a conocer a su abuelita, pero la ve en las fotografías de su casa, entonces la imagen pasa a formar parte de su corteza cerebral temporal denominada área fusiforme facial.

– Aun así, lo encuentro extraño. Si viera cómo se comporta cuando dice ver personas. Es terrible, incluso de la nada se percibe un aire frio con olor a humedad y barro.

– Mire, le voy a recetar unos calmantes que mantendrán a su hija más tranquila durante el día. Le aseguro que mejorará paulatinamente. Recuerde que la pareidolia comenzará a ser algo normal para su hija a medida que vaya creciendo y los ataques de pánico serán menos frecuentes.

– ¿Y como explicar el fenómeno de recién en la mañana? Cuando se puso a llorar justo después de que su taza de leche y mi taza de café se dieran vuelta sobre la mesa sin haber sido tocadas por nada. Ahí dijo que las golpeó un hombre y no su abuela.

– Mire, la verdad lo mío es la medicina. Yo no sabría responderle sobre causas sobrenaturales, hay personas especializadas en temas esotéricos, para aquellos que creen.

– A ya ok, entiendo. Que tenga buenas tardes.

Álvaro recibe la receta médica y se despide sin estar convencido de la respuesta de la profesional. Necesita desesperadamente solucionar el problema familiar que lo mantiene angustiado. Sobre todo, porque su hija de cinco años es la que sufre los ataques de pánico, la pequeña asegura constantemente ver personas en la casa. Él y su esposa han sido testigos de los trastornos que sufre la hija y tratan de convencerla de que no hay nada ni nadie en la casa, que están solamente los tres y que los papás la protegerán siempre de cualquier cosa, que se sienta segura.  Con ese argumento logran tranquilizarla por unos instantes.

Como de costumbre se compra un café en el carrito de las afueras del hospital.

– ¿Buenos días amigo, le sirvo un cafecito para el frio? – Lo recibe amablemente la señora.

– Si gracias, quiero un mocaccino.- Responde con gentileza.

La vendedora fija el vaso en la posición exacta para que la máquina expendedora vierta el agua, la leche y el café, y espera unos segundos.

– ¡Disculpe señor, lo siento!, no sé qué pasó. – Eleva la voz avergonzada.

Se disculpa ya que antes de entregarle a Álvaro el café, este se le cayó de las manos.

– ¡No se preocupe señor que le haré otro! ¡No se preocupe!

Álvaro se percata que la vergüenza del infortunio la dejó nerviosa y por esa razón se le cayeron todos los vasos de la bolsa.

– Señora mire, sírvame con uno de los que está en el suelo no más.

Para agilizar y arreglar la situación, se conforma con cualquier vaso y al momento de pagar el café, observa que unos metros más allá un ciclista chocó con un auto y cae atolondrado al suelo. Recibió el vuelto y tomó un sorbo de café caminando al estacionamiento ya que no fue necesaria su ayuda porque llegaron muchas personas antes que él a auxiliar al ciclista.

Luego en el estacionamiento se sienta a reposar un poco y enciende el aire acondicionado por un fuerte olor a putrefacción, lo ventila un poco y comienza a procesar los eventos paranormales que han vivido como familia, trata de buscar una respuesta o alguien que pueda aconsejarlo. Las reacciones de su hija no son normales en niños menores y eso lo tiene afligido. Estaba pensando incluso en ir hablar con el padre de la iglesia, ya que deduce que, si la medicina no puede ayudarlo, la religión lo hará.

– ¡OH que dolor!, mi estómago.

Precipitadamente abre la puerta del auto y vomita de manera explosiva, sintió un fuerte dolor estomacal que repentinamente se hizo notar.

– ¡Por la mierda! – Regaña al ver que ensució la camisa- Pasaré por un remedio para el estómago.

Culpando al café de su padecer, lo lanza completo dentro un basurero cercano y se asusta repentinamente ya que de la nada el vidrio del copiloto explota. Se baja y da la vuelta para ver si fue una piedra, pero no encuentra ningún objeto en las cercanías, entonces dubitativo vuelve al auto y lo pone en marcha para ir a la casa pensando antes en una farmacia. Sale del estacionamiento y acelera en la pista derecha rumbo a su destino, aun con el malestar estomacal y la sensación de vomito en la garganta, lo que le trae a la memoria que no es la primera molestia que siente, recordó que el día de ayer también tuvo los mismos síntomas, pero más leves.

Al llegar a su primer destino, le solicita a la farmacéutica un remedio para el malestar estomacal y la mujer amablemente lo atiende y se dirige en busca de una alternativa. Él por mientras comienza a mirar los estantes con todos los remedios ordenados y luego separa de la caja unas pastillas de eucaliptus y miel que están en oferta frente a él. En ese momento suscitó algo extraño que lo dejó más perplejo si sumamos todo lo que le está pasando en casa; Su hija con ataques de pánico, fantasmas que la asustan, se dan vueltas las tazas sin causa alguna y ahora detrás de él comenzaron a caer todos los remedios de las estanterías de pasillo. Al principio fue testigo de cómo se cayó uno, luego otro, luego otro y otro hasta que cayeron en más cantidad dejando vacío los estantes quedando solamente uno intacto sin caer.

– Yo no hice nada, ustedes vieron que cayeron solos.

Álvaro levanta las manos librándose de culpa frente al resto de los clientes y personal farmacéutico, lo cual fue innecesario ya que todos fueron testigos del inexplicable evento que terminó por votar varios estantes.

Entonces continúa su camino a casa una vez pagando el remedio y las pastillas para la garganta, se fija en el retrovisor que deja a su espalda a los empleados ordenando la montonera de remedios desordenados y levantando estantes del piso.

Sube un poco la velocidad ya que tocó el momento de doblar a una carretera sin restricción, entonces pisa el acelerador rumbo a ver a su adorada hija y esposa. Pero la vida siempre nos sorprende con acontecimientos que no podemos prever, ya que el dolor de estómago volvió a indisponerlo e hiso retorcer el cuerpo obligándolo involuntariamente girar el manubrio a la izquierda y atravesar la línea central por un metro para interceptar a un camión que venía en la vía contraria.

Después del estruendo del choque, Álvaro despierta dentro del vehículo y logra zafarse del cinturón de seguridad, hace un poco de esfuerzo para salir entre las latas del vehículo y partes del camión, logrando a duras penas bajar arrastrándose por un charco de barro que era el único camino posible para salir. Luego de un momento, se da cuenta que nadie lo auxilió desde que chocó ya que la tarde oscureció, entonces va rápidamente a ver el estado del chofer del camión, pero no encuentra a nadie. Mira hacia todos lados extrañado de no ver a nadie más que solamente él en el accidente; ya que no hay ambulancia, bomberos ni la policía. Mínimo debería encontrarse con personas que se bajan de sus vehículos a mirar para ayudar. Pero nada.

Vuelve a su auto en medio del vaivén de los arboles perimetrales del camino y se lleva el asombro de su vida al ver que su cuerpo seguía entre las latas del vehículo, por debajo del camión. estaba muerto.

– No, nooo…. No puedo estar muerto.

La imagen de su tierna hija, su esposa, sus padres, hermanos y la familia entera pasó por su cabeza sabiendo que no los volvería a ver.

– No puedo creer que esté pasando esto. Tengo que ir a verlas.

Pensó que lo mejor del momento era ir a estar con ellas, así que corre por el resto del camino para llegar a casa, y una vez en ella, no encuentra ni escucha a nadie, es más, no vio a nadie en el sector ni escuchó ruidos, la ciudad está desolada.

Hasta para mí que soy el narrador me es imposible describir la dolencia y el sentimiento de soledad que siente en este momento Álvaro. Imagínense ahora ustedes en el lugar que están leyendo esta historia, pero solos, sin ruidos de los autos, de animales ni de la cotidianidad de vivir. Con el recuerdo de tener familiares y seres queridos que jamás abrazarán ni verán, porque aún no sabes ni te has dado cuenta que estás muerto.

En ese momento llega un fuerte dolor de cabeza para el afligido padre, que lo deja inconsciente en el centro de su adorado hogar.

Álvaro no sabe cuánto tiempo durmió, se levanta de la cama resentido por un fuerte dolor de cabeza y se inquieta porque le molesta el ruido de todo lo que escucha. Camina por el pasillo al salir de su pieza y se dirige a ver a su hija que la siente reír alegremente en la sala de estar.

– Hola amor, ¿Cómo amaneció? – Le pregunta a su hija que le da la espalda.

– Hija, soy yo… el papá.

En vista de no tener respuesta se para frente a su hija y se agacha para saludarla. En ese momento la menor grita tan fuerte que hizo que Álvaro retrocediera y golpee un cuadro de la pared que cae al suelo reventando el vidrio que protegía la foto. Sin entender el susto de su hija, le mira su aterrorizada cara pensando que había visto un fantasma, entonces las respuestas llegan cuando la madre se acerca a socorrerla y luego sale del baño el padre de la menor, es decir, él, Álvaro de carne y hueso.

No puede recordar nada de lo vivido anteriormente que le diera una explicación racional al suceso que está frente a sus ojos; su hija aterrada por verlo como un fantasma y él aterrado por verse abrazando a su hija. Lo único que atinó a hacer es subir al segundo piso para que su pequeña no lo siga viendo y deje de llorar.

– ¡Hiciste llorar a la niña! – Le dice una mujer de la tercera edad desde el rincón del dormitorio de su hija.

– ¿Suegra?, ¿Usted puede verme?

– Obvio si estás muerto. – Le responde.

– ¿Pero usted que hace en la casa?, también falleció hace años.

– Yo estoy cuidando a mi hija.

– ¿Cuidándola de qué?, si somos felices los tres aquí.

– Sigo con mi rol de madre, eso tu no lo entenderás.

– ¿Suegra usted sabe que me pasó?, ¿Porque soy un fantasma?

– Solamente sé que debes esperar la luz y alejarte de la oscuridad. – La señora comienza a ordenar los juguetes de su nieta.

– ¿De qué habla suegra? no comprendo.

La Suegra lo queda mirando porque los interrumpe el Álvaro vivo que sube las escaleras y entra a la pieza desordenando los juguetes y busca un chaleco para su hija, mientras grita hacia abajo enojado.

– ¡La llevaremos con la doctora inmediatamente! ¡Primero se asusta porque dice que ve a tu mamá en la casa y ahora dice que ve a un hombre! Yo no creo en esas huevadas de fantasmas. – Encuentra un chaleco para su hija y baja las escaleras gritando.

– ¡Puedo entender que se asuste con lo fea que era mi suegra, pero que diga que sus juguetes se mueven y que ahora ve a un hombre! ¡Ya es el colmo!

– Perdón suegra. – Le dice ruborizado el Álvaro fantasma a su suegra.

La familia sube al auto y se dirigen a ver a la doctora para encontrar respuestas sobre los ataques de pánico de su hija, y el Álvaro fantasma los sigue para ver si encuentra respuestas a lo que le está sucediendo a él.

Acompañó a su familia todo el día en la cita médica, vio todos los exámenes que le hicieron a su hija, pero siempre escondido a los ojos de ella, ya que nadie más que estuviera vivo podía verlo.

Luego en el anochecer se acuestan todos y su hija duerme placida entre sus padres. Álvaro vivo tenía que levantarse temprano al día siguiente para ir por los exámenes de su hija para que los interpretara la doctora. El silencio y la tranquilidad que había en la casa lo hiso reflexionar de los momentos del día y se da cuenta que él ya los vivió anteriormente, entonces de curiosidad y atando cabos sueltos revisa el calendario y se da cuenta que está viviendo como espíritu días pasados. Cree entender lo que está pasando, pero aún tiene un par de dudas que otro espíritu quizás pueda responderle, entonces busca a su suegra para contarle.

No la encontró por ninguna parte de la casa y el único sector que le faltaba era la cocina, entonces vuelve a bajar la escalera y cuando llega ve a su señora levantada y sonámbula preparando algo. Se acerca lentamente y ve que abre el tarro de café y luego comienza a moler una extraña pastilla que después la vierte en el tarro, luego cierra el tarro, lo acomoda en el mueble de cocina y guarda una caja debajo del mueble donde están los productos tóxicos. Los revisa para ver que caja es y se da cuenta que su señora acaba de mezclar en el tarro de café, veneno para ratones. La mira sin comprender lo sucedido y se da cuenta de inmediato que su mujer estaba poseída por su suegra, ya que puede ver el cuerpo de su mujer con un rostro horripilante de su suegra.

– ¡Sale de ahí!

Fue lo único que se le ocurrió gritar antes de caer desmayado por segunda vez por un fuerte dolor de cabeza.

Cuando despierta se da cuenta que es de día y muy temprano, aún estaba botado en el piso de la cocina y podía oler todos los olores del desayuno, incluso la humedad y el barro seco de su ropa. Su olfato se había adaptado a la dimensión en la que estaba. Ve unos panes tostándose y muy cerca de ellos el tarro de café abierto que le recuerda que está envenenado, entonces se levanta rápidamente para ir al comedor sorprendiéndose con lo que ve. La suegra estaba detrás de su versión viva ayudándolo a tomarse el café envenenado y se reía diabólicamente mientras se burlaba de su asustada hija, entonces instintivamente para salvar la vida de todos da vuelta las tazas de la mesa derramando todo el líquido provocando el grito y llanto desconsolado de su hija que puede ver a ambos muertos. Álvaro no sabía si en realidad era la cariñosa suegra que ama a su hija o un demonio con la imagen de ella que quiere asesinarlos, entonces arremete contra ella para descubrirlo, pero arranca de la casa atravesando la pared.

Momentos más tarde quedaron solamente su hija y su esposa en la casa, la versión viva de Álvaro fue por las respuestas que tiene la doctora a estos acontecimientos y a los ataques de pánico de su hija. Él por su parte ya descubrió el origen del tormento por el que pasa la pequeña y la mira entristecido cobijada en los brazos de su madre. Ambas están sentadas en el sillón y él se acerca y se sienta junto a ellas para abrazarlas aprovechando que la pequeña duerme.

– ¿Papá? – Habla su hija sin despertar.

– Duerma hija, su padre fue a ver a la doctora y le traerá un remedio. – Le contesta la madre dándole un beso en la frente.

– ¿Por qué mi abuelita te quiere matar?

El conocimiento llegó de una pregunta de su hija, las respuestas a todo lo que está pasando afloraron de una simple inquietud de una mente santa.

Álvaro sale precipitado a buscarse así mismo por que corre peligro de muerte. Sin darse cuenta lo sigue un demonio con la imagen de su suegra que lo quiere asesinar envenenado, y que mejor con el líquido que más le gusta, el café.

Cuando llega a las afueras del hospital, ve a su versión viva comprando un café en un carro de la esquina. Luego observa más detenidamente y logra divisar al demonio de su suegra entre la multitud subiendo al carro. Sabe que la suegra quiere envenenar el café que se tomará, entonces va rápidamente a impedirlo.

– ¡Disculpe señor, lo siento!, no sé qué pasó.

Eleva la voz avergonzada la vendedora porque piensa que el vaso de café se le cayó a ella y en realidad la versión fantasma de Álvaro fue quien se lo quitó de las manos y lo botó al suelo.

– ¡No se preocupe señor que le haré otro! ¡No se preocupe!

Entonces para evitar que sirviera otro café, rompió las bolsas de los vasos para que todos cayeran al suelo, abochornando a la vendedora.

– Señora mire, sírvame con uno de los que está en el suelo no más. – Dice la versión viva.

Y así fue, al final Álvaro se va con su vaso de mocaccino ya que su versión fantasma fue empujado fuertemente fuera del carro por el demonio, a tal punto que golpeo contra un ciclista que iba pasando por ahí.

– ¡Hoy vas a morir! – Le grita el demonio y sigue a la versión viva de Álvaro al estacionamiento.

Una vez en el auto, el demonio se sienta en el asiento del copiloto y le echa polvo de veneno al vaso. Para minutos después provocar el vómito de su víctima. Estaba consiguiendo envenenarlo de apoco.

– ¡Por la mierda! – Regaña al ver que ensució la camisa- Pasaré por un remedio para el estómago.

En ese momento el Álvaro fantasma rompe el vidrio y saca al demonio del cuello para sostenerlo y alejarlo del auto mientras se va. Pero su versión viva se baja unos minutos para ver el origen de la ruptura del vidrio y luego le da marcha al auto.

– ¡Demonio de mierda!

Grita Álvaro pegándole fuertes combos en el suelo como venganza por todo lo que está haciendo. Luego se dan la vuelta ya que la fuerza del demonio es superior y le tocó recibir a él una paliza por quedar entre el pavimento y el demonio.

– Tú ya estás muerto…. jajaja-

El demonio se ríe y corre en cuatro patas siguiendo el auto, en cambio Álvaro queda tendido en el suelo por el dolor, pero unos segundos después se levanta para unirse a la persecución.

Luego en el primer destino de Álvaro.

– Buenas tardes, ¿puede venderme un remedio para el malestar estomacal?

La mujer amablemente lo atiende y se dirige en busca de una alternativa entre los pasillos donde están todos los antiácidos, analgésicos y antibióticos. Entonces mientras busca el indicado para el malestar no puede ver que el demonio está al acecho para envenenar el frasco.

– Ya señor, este remedio le ayudará bastante.

La vendedora llega con la alternativa, mientras Álvaro separa de una caja unas pastillas de miel con eucaliptus que están en oferta frente a él. Y mientras procede a hacer el pago, el demonio cambia las pastillas por veneno de ratas.

Cuando entra la versión fantasma de Álvaro, se dio cuenta que el remedio ya estaba envenenado, entonces buscó la forma de avisarle a su yo del peligro en el que estaba. Comenzó buscando en las estanterías el mismo remedio que le vendieron y botaba uno a uno los que no eran, hasta que de un impulso botó todos y dejó solamente el que debía tomar, pero como le decía que lo cambiara si no lo ven ni lo oyen. Y él único que lo ve fue sobre él para empujarlo para detener cualquier señal de ayuda que pueda darse, entonces…

– Yo no hice nada, ustedes vieron que cayeron solos.

Álvaro levanta las manos librándose de culpa frente al resto de los clientes y personal farmacéutico, lo cual fue innecesario ya que todos fueron testigos del inexplicable evento que terminó por votar varios estantes. Pero nadie imaginaba que en la dimensión paralela frente a sus ojos había un demonio luchando contra el fantasma de un humano y los golpes que se daban provocaban la caída de los remedios y estantes.

Álvaro se va a la casa, pero desgraciadamente lleva los remedios y las pastillas de eucalipto y miel envenenadas, y la versión fantasma lo sabe. Por esa razón se lamenta mientras lucha contra el demonio ya que las pastillas son las favoritas de su hija y él las compra para ella. Así que busca un recurso que lo saque de la situación y aleje al demonio, entonces trata de arrancar un crucifijo del cuello de un cliente, pero no puede, ya que aún no comprende las leyes de la dimensión que le permitan tomar objetos a placer como lo hace el demonio. Hasta que el ímpetu de sobrevivir con el propósito de salvar otras vidas, quizás le concedió por una única vez un momento de fortuna, porque logra cortar la cadena de la mujer y luego de golpear al demonio en la cara le introduce el crucifijo en la boca. Lo que provocó que el demonio comience a regurgitar dejándolo libre para alcanzar su auto.

Una vez alcanzando a su yo vivo, logra subirse al auto antes de que doble a la carretera y suba la velocidad. Se mira detenidamente sabiendo que se acerca a su muerte, espera un rato para ver qué fue lo que causó el choque recordando como si estuviera viviendo una vida sobre otra vida. Llegaron a sus memorias todos los eventos que había pasado y lo hacía con más lucidez a medida que se acercaba el segundo del impacto. Supo que su yo vivo se comerá una pastilla envenenada lo cual le dará inmediatamente dolor estomacal, entonces teniendo la oportunidad de salvarse la vida quitándosela, se detuvo antes de golpearse la mano por un dilema de amor. Piensa que, si salva la vida de su yo, expondrá a su mujer y a su hija al veneno de las pastillas, entonces serán tres las muertes que lamentar, en cambio sí se sacrifica él, sus dos mujeres lo llorarán, pero lo recordarán teniendo un futuro próspero. Así que, recordando la hermosa cara sonriente de su hija de seis años abrazando a su madre, decidió el sacrificio.

Después del estruendo del choque, Álvaro despierta todo ensangrentado dentro del vehículo, con innumerables luces que encandilan su mirada, pensó que eran ángeles y que estaba camino al cielo, hasta que personal de bomberos y paramédicos le grita que no se mueva, que se están haciendo las operaciones para cortar el auto y sacarlo inmediatamente.

Álvaro aún recuerda ese inexplicable episodio de su vida y llora cada vez que lo cuenta, pero sabe que para todos es una simple historia ficticia. Porque solamente algunos sabemos que fue cierta.

Le deja flores a su suegra y se va con sus dos amores.

 


Autor: consciencia12

Imagen: internet