Barbarus – Episodio 1

Ψ LA DIOSA DE LOS PERDIDOS Ψ

El incandescente sol es el único testigo de los pasos agonizantes de Silver y la ígnea tierra amarilla lo cega momentáneamente empeñada en tenerlo como cadáver. Con la boca seca sacrificó el último poco de agua para que el caballo resistiera el viaje y lo llevara a la sombra, pero la última ayuda brindada por su corcel fue dejar atrás a los hambrientos buitres que comían su carne. Luego de frías noches y ardientes días, el fino viento del desierto estaba por ganarle la fuerza al agónico, entonces con el último aliento miró al cielo suplicando un poco de misericordia de parte de los Dioses. Fue así como suscitó la esperanza, Silver logra divisar entre los espejismos una ciudad de altos muros de roca perimetral y la agonía de inmediato fue abatida por el deseo de llegar a aquella ciudad que ni en los mapas más antiguos figura como existente.

La guerra que hubo en las tierras de Gorka lo obligó a escapar rápidamente de los Pinctus; la tribu de hombres pintados enemigos de la etnia de Silver. Por esa razón comenzó su aventura escapando al norte para llegar donde un viejo amigo en la ciudad de Rahma.

Al estar al frente del colosal muro central, se fija que hay muchos esqueletos botados y cuerpos hinchados y aceitados con fluidos en descomposición, fue evidente dilucidar que algunos murieron golpeando desaforadamente para poder entrar. En ese momento la puerta de acero rompe el silencio con un estruendo y se abre sin ser tocada, entonces el aventurero sin vacilación entra para satisfacer sus necesidades.

A la ciudad la componían no más de tres cuadras y el gran mercado ferial que se forma en el sector central termina a los pies de una gran torre que se diferencia del resto de las construcciones por su pomposa arquitectura.

Lo primero que hace Silver dentro de la ciudad es saciar su sed en unos barriles con agua que reposan al lado de la puerta que se cierra a su espalda. Había tanta agua, que después de cuidar por varios días un zurrón con pocas gotas para él y su caballo, ahora la malgasta rociándosela en el cuerpo exageradamente sin importarle la vista de la gente que se clava en el desperdicio que efectúa. Atrevido y valiente se sintió luego de haber saciado la sed y haberse bañado, entonces para no pagar por ella, saca su hacha y la limpia para que brille ante los ojos de los curiosos y cobradores.

Camina unos puestos más adelante resolviendo en cual comerá, mientras que la gente tímida se aparta y le hace el camino asustada, ya que con la musculatura avasalla a todos los hombres débiles. Se fija en unas frutas tropicales que le llaman su olfato, toma una y se le hace agua la boca sólo imaginarse que el sabor es delicioso. El vendedor de la tienda no hace ningún gesto de enojo al ver que Silver come su mercadería; sus frutas y vegetales. Sólo le ve degustar los distintos manjares que florecen en el trópico, casi al otro lado del mundo. Luego de quedar satisfecho saca de su pequeño morral la única moneda de plata y se la ofrece al dueño, pero este con gestos se la niega. Sin insistir, el bárbaro sigue el camino pensando ahora donde podrá conseguir un caballo fuerte que lo pueda llevar a su destino, entonces en ese momento se le acerca una hermosa mujer que lo invita a una misteriosa tienda.

Es la primera persona que le habla y a la primera que le escucha la voz, porque desde que entró nadie había dicho ni una palabra, la Ciudad estaba completamente en silencio. Luego de seguir a la mujer por unos pasajes entra a la tienda y queda hechizado por lo primero que encuentra; una mesa con un suculento festín. Había un cerdo asado con distintas verduras a su alrededor, pollo con papas, vino, pan y frutas. Silver no se hizo de rogar para sentarse habiendo comido antes, así que empieza a depredar todo lo que le caiga en la enorme boca, porque la mujer se lo ofreció como si lo hubiera preparado para él. Después de acabar todo, se levanta y cae en la oportuna cama que encuentra cerca y con la barriga completamente hinchada deja el hacha al lado preparándose para dormir. Se pone a pensar que los dioses lo están premiando sin motivo, pero disentir es lo último que haría. La mujer entre palabras le dice que vive sola y se recuesta al lado, comienza a acariciarle el pecho y sin titubeos le besa el cuello. El bárbaro no deja pasar ninguna oportunidad en la vida y en esta silenciosa ciudad lo está demostrando, entonces le sigue el juego a la hermosa figura que lo tentó y se abalanza sobre ella para saciar el último deseo no cumplido, el deseo carnal. Comienza besando el cuello hasta llegar a morder la mitad de un seno y luego abre la boca tan grande que trata de mantener ambos senos en ella. Continúa besando el cuerpo hasta obtener lubricación sexual como respuesta de la mujer, mientras los gemidos de placer eran un grato premio. Así lentamente la desviste hasta dejar desnudo un divino cuerpo que hará suyo complacientemente, entonces comienzan la noche en una posición sexual muy distinta a como la terminan.

El amanecer había comenzado y el sol ya estaba dando latigazos solares al desierto. El bárbaro había dormido poco porque la mujer no durmió en toda la noche exigiéndole sexo. Él sorprendido pudo aguantar la morbosa solicitud, supuso que el tiempo sin tener sexo lo potenció o las frutas tropicales le dieron esa energía.

Pero todo lo que empieza bueno, debe terminar bueno. Porque ya era hora de irse, entonces toma su hacha, le da las gracias a la mujer y como último favor le pide un caballo. Ella insistente se lanza sobre su cuello y lo besa, pero el bárbaro no se involucra emocionalmente con las mujeres, las rechaza caballerosamente para no herir sus sentimientos. Insistente la mujer le ofrece quedarse en la ciudad como su esposo, le dice que tendrá todo lo que quiera, harta comida, bastante agua y mucho placer, el bárbaro se niega y le dice que su destino es la ciudad de Rahma, pero que quizás en algún momento le cobrará la palabra. Avanza un poco y descubre que la mesa de nuevo está llena con la misma comida que acabó el día anterior y cada cosa en el mismo lugar. Eso lo mantuvo dubitativo. Como último recurso de la mujer, esta le ofrece el trono de la ciudad, le dice que ella es la reina y que sabe que sus anhelos son tener su propio reino. ¿Adivinó o es una bruja? Fueron las dos cosas que pensó inmediatamente el bárbaro, entonces decide salir de la tienda para no meterse en problemas ni descubrir diabólicas intenciones. Pero por desgracia, antes de llegar afuera la mujer responde a su pensamiento gritándole;

-¡Yo no soy una bruja!, ¡Soy algo más poderoso!

Entonces todo lo acontecido cobra un valor que debe ser devuelto. Excluye de inmediato que lo comido y disfrutado no es obra de los dioses, porque alrededor de la tienda se encuentra toda la gente de la ciudad formando una barrera obstaculizando la salida, y por el enojo en sus rostros no lo dejaran llegar a la puerta principal. La mujer en su espalda comienza a decirle que lo conoce y que sabe todo sobre él, le pide también que reconsidere su propuesta porque con voz amenazante le dice que no saldrá vivo de la ciudad. La piel erizada del bárbaro fue la reacción de sentir a su alrededor el fulgor de un demonio, porque la mujer está enojada y no aceptará negaciones. En cosa de segundos el bárbaro decide como guerrero correr entre la gente y alejarlos con el filo del hacha; saltaban las cabezas, los brazos y caían uno a uno los cuerpos y amputaciones. Decidido entre la lluvia de sangre corre por su vida y atemorizado por primera vez se aleja de un mal del cual no es un buen contendor. Aunque sagazmente el hacha corta algo más que el viento, era en vano por que los cuerpos volvían a levantarse como si estuvieran poseídos, no los podía matar por que ya estaban muertos.

-¡¿Qué clase de hechizo es este?!

A duras penas logra llegar a la puerta de la ciudad, ya estaba cansado y no podía seguir luchando, cae de rodillas al suelo porque la gran puerta no se podía mover ni cortar con el hacha. Mira vencido a las personas que lo rodean sin decir ninguna palabra, sólo miran a un guerrero abatido y él los mira enteros y sin ningún corte de hacha. En ese entonces llega la mujer que lo sorprende con su vestimenta de telas celestes que destacan perfectamente a su celestial rostro.

-Jamás podrás escapar con violencia de mi Ciudad- Le dice la mujer.

-¿Qué eres? – Pregunta cansado

-Soy una Diosa, es por eso tu sorpresa. Las personas que ves son humanos que están bajo mi poder y por eso son inmortales. Llegaron a la ciudad al igual que tú, porque vagaban perdidos en el desierto…, sedientos y hambrientos. La misericordia de mi ser escuchó las suplicas de tu último aliento y te dio refugio.

El bárbaro de inmediato se dio cuenta como cobra las deudas la mujer y el precio que tienen que pagar. Comenzó a deducir el porqué las personas no le hablaron desde que entró, entonces se dio cuenta que cuando habrían la boca durante la lucha no les veía la lengua y por eso no pueden alertar al agónico que entra a la ciudad. Recordó la mesa llena de manjares que estaba completa y sin ningún rasgo de que él se la había comido, miró también a su lado y estaban todos los barriles llenos de agua y como había entrado con tanta hambre no le dio importancia a las primeras frutas que comió, porque las frutas tropicales no crecen ni se importan al continente. Su última deducción fue el motivo del por qué sólo hay puros hombres encerrados y que los esqueletos que yacen afuera son de solamente mujeres que no las dejaron entrar.

-Estás pensando correctamente bárbaro. – Le interrumpe la deducción. – Sólo hombres entran a mi dominio. Fui desterrada de los cielos por pecar con la lujuria, entonces por venganza aprovecho los deseos del perdido, del hambriento y del sediento para complacer mi deseo sexual.

La Diosa vuelve a ofertarle el trono de la ciudad, pero el bárbaro ya había concluido que quedarse es una buena oportunidad para los desterrados o mendigos, pero no para él.

Dada la insistente negación, la Diosa ocupa un segundo plan para retenerlo.

-Ya que te niegas a mi cúmulo de placeres, te regalaré la condena terrenal. Te dejaré encerrado por derrochador, glotón y sobre todo por farsante, porque al ver sólo a personas asustadizas te jactaste de tu físico y hacha para intimidarlos y no pagar por lo servido, entonces los años de encierro serán por tu punible actitud.

Y la palabra de una Diosa se cumple.

Luego de dos años de tantos planes fracasados, uno funcionó. Silver había escapado de la ciudad y la miraba desde las colinas. Estaba acompañado de un fuerte caballo, zurrones de agua y sacos de comida. Pensaba en el castigo entregado por la Diosa y por el encierro que había cambiado su actitud. Aprendió que aunque tuviera de sobra, dejaría de ser tan derrochador, tan glotón y siempre pagaría lo que corresponde, sobre todo, jamás volverá a ocupar su imagen para conseguir lo que quiere, porque en realidad una persona cobra verdadero valor, cuando actúa de buena manera y de corazón.

Y así, rumbo a la ciudad de Rahma, el bárbaro se aleja de una de una de sus aventuras, mientras que a su espalda la ciudad desaparece para encontrar a otros perdidos como él.

 

Continuará…


Autor: consciencia12

Imagen: wallpaperbetter.com