Homo-C1

– ¡Buenos días Jóvenes!

– ¡Buenos días instructora!- Saluda el curso completo.

– Mi nombre es Luciana Daroch y seré su instructora de educación física por este año.

Así comienza el primer día de trabajo de Luciana en el Instituto Omega. La instructora postuló y calificó entre un extenso número de aspirantes para tomar la asignatura, por lo mismo, comienza optimista ya que es un Instituto deportivo de alto rendimiento de la ciudad Andrade.

– Hoy comenzaremos con una rutina suave. Quiero medir su resistencia física. Por lo tanto, realizaremos lagartijas, push-ups, flexiones de brazos y terminamos en la barra horizontal.

– ¡Ya instructora!- Se escucha al fondo de la sala.

– Pueden ir al camerino a cambiarse. Los espero en el gimnasio.

Todos los alumnos se retiran de la sala, pero solamente uno se acerca a la instructora a darle la bienvenida.

– Instructora. Mucho gusto, soy Giovanna.

– Hola Giovanna, encantada de conocerte.

La joven se acercó con bastante personalidad y carisma para llamar la atención de Luciana.

-¡Nos vemos en el gimnasio instructora!

Grita al salir y la mujer sonriente prepara en la computadora portátil la rutina de ejercicios físicos de hoy.

Minutos más tarde en el gimnasio. Todos los alumnos ya estaban precalentando y esperando ser llamados uno por uno para medirles la resistencia. Así que comenzó con el primero de la lista.

– ¡Manuel Vivanco!

El joven se acerca a la instructora y comienza a realizar la rutina determinada, mientras el cronometro contabiliza los tiempos de cada secuencia.

Así fue pasando alumno por alumno y ella registra en el portátil la resistencia física de cada uno. Pero algo la tenía intranquila, se sentía observada por Giovanna, la joven la miraba muy distinto al resto desde que entró a la sala, y sobre todo ahora que siente que su trasero resalta por la calza deportiva ajustada que lleva puesta. Siente que la alumna la mira más de lo debido.

– ¡Giovanna Benavente!

Le tocó el turno a la joven y lentamente se acerca a la instructora mirándola sonriente, con actitud afable, lo mostraba en los ojos.

– ¡Dígame instructora! ¿Qué le hago?- Le pregunta sonriente, mientras estira las articulaciones.

– A mi nada. Comience la rutina a la cuenta de tres.- responde indiferente, pero intrigada.

La mirada profesional de Luciana no podía concentrarse completamente ya que la joven tampoco evadía la vista. La evidente sensualidad con la que desarrolla la rutina la tenían dubitativa, no entendía el actuar de la joven ni los movimientos provocativos. O quizás no quería comprenderlos.

Dicen que el amor a primera vista existe y una de las expresiones que lo insinúa es la mirada. Pero también la mirada puede significar atracción física sin amor, solamente un deseo momentáneo de aventurarse y conocer los cuerpos en la cama.

Luciana en ciertos momentos era honesta con ella misma, con su naturaleza, con su origen genético. Entonces también incurría en la mirada atrevida de observar e imaginar el cuerpo desnudo de Giovanna. Quizás algo había despertado en ella.

Al día siguiente. La instructora llegó a la misma hora al salón de clases y con otra rutina de ejercicios, como de costumbre todos los alumnos fueron a cambiarse el traje deportivo, pero ahora ella fue quién detuvo a la joven alumna.

– ¿Giovanna puedes quedarte un segundo?

– Si instructora, dígame.

– Mira, no sé ni cómo empezar a decirte esto, pero….

En ese momento el inicio del diálogo fue interrumpido por un joven apuesto que entra a la sala.

– ¡Giovanna amorcito aquí estás!

El joven abraza y besa a la muchacha delante de la sorprendida instructora.

– Buenas tardes, soy Jonathan, el pololo de Giovanna.

No solamente la conversación llegó a su fin, sino también una mínima ilusión de Luciana por saber la orientación sexual de la alumna. Toda la noche pensó, analizó y sospechó que la joven se sentía atraída por ella y quería preguntárselo. Pero con el beso a su pololo se dio cuenta que sus sospechas ya no son válidas.

Luego cuando todos corren dando vueltas en la pista de atletismo, hombres y mujeres por igual. La instructora digita números en el portátil mirando de vez en cuando a los jóvenes atletas, pero inconscientemente su mirada se centra en la muchacha que no deja de devolverle la vista. Se centra en ella, en el dócil movimiento de sus senos para ser exactos, y cuando giran, le mira directamente el trasero. Bruscamente sacude la cabeza convencida de que es imposible lo que piensa, lo que desea. La diferencia de edad entre 29 y 24 años no era el problema; piensa mientras observa, el problema es que es heterosexual y tiene pololo.

Pasa el tiempo y termina nuevamente la jornada laboral, Luciana guarda el bolso en el portamaletas y sube al auto.

– ¡Instructora… instructora!- Le gritan desde lejos y baja el vidrio.

– ¡Giovanna hola!

– Hola, ¿podemos hablar?

– Claro, dime.

Luciana quedó sorprendida cuando la joven da vuelta por delante del auto y se sube.

– Ya. Gracias.- Agradece la joven.

– ¿Necesitas que te lleve a alguna parte?- pregunta extrañada.

– ¿Dónde vive usted?

– Tengo un departamento en el centro de la ciudad.- Responde aún extrañada.

– ¡Ah qué bueno! Déjeme en la avenida Carvis, yo vivo por ahí.

Luciana enciende el auto y salen del emplazamiento institucional.

– Bueno. Dime, ¿Qué tienes que decirme?

– Quiero saber lo que me iba a decir antes de que llegara mi pololo.

Luciana entró en nerviosismo, no se esperaba esta conversación.

– Bueno…,eeeH. Eran tonteras. Ya no tiene sentido.

– ¿Quería saber si soy homosexual?

La directa pregunta de la joven casi hace chocar al auto de adelante por el reflejo involuntario del pie al pisar el acelerador por error. La mujer mira a la joven a los ojos y se sincera.

– La verdad Giovanna, sí. Lo pensé en algún momento debido a tus miradas tan intensas que me das.

– Yo podría preguntarle lo mismo. Igual siento su mirada en mí.- Responde la joven.

– ¿Qué sentido tiene esta conversación?, tú tienes pololo. Y es muy apuesto por lo demás.

– Jonathan es amoroso, pero igual me siento incompleta, siento que me falta algo.

Sin darse cuenta, el auto llega al semáforo que intersecta con la avenida Carvis y aprovecha de bajar la joven. La conversación quedó en vilo para ambas mujeres.

– Chao instructora, nos vemos el lunes.

Otra sorpresa deja atónita a Luciana, la joven se despide dándole un beso muy cerca de la boca. La sorprende.

Esta noche en particular se hacía muy larga para Luciana. Estaba concentrada, recordaba encantada o quizás atormentada, esa era el problema, no sabía porque se daba vueltas en la cama y no podía dormir pensando en lo sucedido. Luego mira la hora y se levanta decidida a beber un trago a un local en el centro.

Una causa o una fuerza incorpórea es la que supuestamente enlaza destinos, circunstancias o hechos que especialmente forma la coincidencia de los sucesos. Eso pasó cuando la mujer entró al local porque lo primero que ve frente a ella, fue a Giovanna con Jonathan en un sillón con ambiente privado.

– ¡Instructora, venga siéntese con nosotros!

– ¡No quiero molestarlos! ¡Si solamente vengo a distraerme!

– ¡Venga!- insiste Jonathan- ¡hoy es viernes, mañana no vamos al instituto!

La insistencia la obliga a ceder para no ser mal educada, si al final piensa en tomarse un trago y nada más.

Así comenzó una conversación con música rock del grupo Suburbios y fuertes tragos que causan tiritones en el cuerpo entero. Sin embargo, las horas pasaban al mismo tiempo que los tequilas margaritas y los pisco sour transformando el entorno en un ambiente de confianza.

– Luciana, ¿te puedo llamar Luciana cierto? Jajajaja. – Los tres ríen al momento.

– Por supuesto, no hay problema.

– ¿Sabías que hace tres años el instituto se quemó?- Comenta Jonathan.

– No tenía idea.- Responde Luciana.

– Salió en todos los noticieros. En realidad se quemó un salón de clases completo.- El muchacho continúa tomando tequila margarita.

– Así es, fue terrible. Encontraron calcinadas a 4 mujeres. Parecen que eran de la rama de fútbol.- Complementa Giovanna tomando pisco sour.

– Terrible lo que pasó. No tenía idea la verdad. No veo televisión.- Responde Luciana bebiendo pocos sorbos de la copa de pisco sour.

Al rato después la pareja de pololos salió a bailar y luego invitaron a la instructora a la pista. Ahí los tres comenzaron a mover el cuerpo bajo el destellar multicolor de las luces y letreros luminosos que de momentos desaparecen por el humo aromático que hace gritar a los enfiestados.

Jonathan se fue a sentar en algún momento de la noche y se quedó dormido rápidamente, los tragos ya habían causado el efecto natural. Entonces las mujeres quedaron bailando solas y cambiaron instantáneamente a movimientos sensuales y miradas insinuantes. Se tocan las curvas, la cara y el pelo al ritmo de la música, luego Giovanna se da vuelta para dejarse abrazar por Luciana y sentir la respiración en el oído. El notorio e intenso momento de cortejo provocó que ambas obedezcan a su interior y la atracción se apoderó de sus acciones para besarse. El primer beso de las dos mujeres fue el accionar de una explosión de sensaciones deliberadas que terminan en el contacto de los labios y en el rose de sus cuerpos. No les importó el lugar, la compañía, ni el tiempo que para ellas estaba detenido, tanto así, que no se dieron cuenta cuando Jonathan realizó un gran esfuerzo para tomarles una foto con el celular antes de quedar inconsciente.

Más tarde el chofer de paga se llevó a Jonathan a su casa y la pareja de mujeres terminó en el departamento de la mayor. Ambas estaban convencidas y decididas de terminar lo empezado con un beso, entonces se desvisten ardientemente sin dejar de tocarse con los labios, hasta quedar desnudas y entregadas al amor o a la atracción sexual.

La semana comienza una vez más y las rutinas de ejercicios vuelven a fortalecer los cuerpos de todos los alumnos del instituto. Luciana esta vez mira a Giovanna y la joven mira a su instructora con el mismo placer de aquella noche. Ya no sentía celos por verla con Jonathan porque sabe cuáles son los verdaderos sentimientos hacia él y que son muy distintos con los que tiene hacia ella.

El secreto entre ambas se mantendría hasta que la joven termine con su pololo. Esa frase mantenía Luciana en su cabeza y cierra el capot del vehículo después de guardar el bolso para retirarse al departamento. Sube al vehículo y recibe un mensaje en el celular.

La instructora se retira contenta del instituto con la ilusión de volver a estar con Giovanna, la ansiedad transformó el paso natural del tiempo en una eternidad.

A las 20hrs exactas golpean la puerta del departamento y Luciana abre contenta para disfrutar un pequeño cóctel preparado para ambas, pero la impresión que se apoderó de ella producto de lo que vio, la dejó sin habla y sin reacción.

– Hola instructora. ¿Por qué tan sorprendida?, ¿esperaba a otra persona?- Le dice una voz petulante.

Jonathan entra con 3 amigos más y con agresividad cerraron la puerta para ajustar cuentas que según él debe saldar.

– ¡Tengo una foto de usted besando a mi polola!- le dice enojado.

– ¡Jonathan! ¡No puedes venir y entrar así a mi departamento, puedes tener problemas!

– ¡Pero explíqueme esta foto!- Le muestra el teléfono.

– ¡Si puedo explicarte, pero debes calmarte!

– ¡Así que es lesbiana!- Continua enojado y comienza a insultarla.

– ¡Si le gustan las mujeres por qué se fijó en la mía!- esta vez la empuja.

– ¡Jonathan cálmate!, no fue nuestra intensión hacerte daño, solo sucedió.

– ¡¿Sólo sucedió?! ¡Se cogió a mi polola! ¡¿Cree que soy imbécil?!

– Jonathan calm….

Un golpe en la cara deja en el suelo a Luciana y luego una patada en el estómago la retuerce de dolor, en ese instante los otros tres amigos ayudan a golpear a la mujer como si fuera un saco de boxeo. El joven Jonathan mostró todo lo contrario a la hospitalidad entregada el fin de semana anterior y la violencia que ejerció contra la instructora lo convertía en un ser inhumano, y no solo a él, también a sus amigos.

– ¡Levántenla y desvístanla!- Ordena a sus amigos.

– ¡Te gustan las mujeres mierda!- La agarra del pelo-  Te voy a mostrar lo que es sentir a un hombre. Quizás te cambie los gustos.

Luciana apenas podía hablar de tanta sangre en su boca.

– ¿Jonathan que haces…?

El joven ordena a que le abran las piernas y comienza a violarla violentamente.

– ¡Esto debe gustarte mierda!

Le dice mientras la agrede verbal y sexualmente. Los amigos se ríen de la escena.

– ¡Denla vuelta!

– Noooo…Jonathan… te estas equivocando.

La penetración brusca en el trasero hizo gritar a Luciana, pero el grito fue contenido por la mano de Jonathan.

– ¡Esto es placer con un hombre! ¿Te gusta…, te gusta?

Las lágrimas se mezclan con sangre en la cara de Luciana y era la única forma de expresar el dolor de la violación.

– Te tengo un secretito instructora.- Le dice Jonathan mientras sigue penetrándola por detrás.

– Te voy a mostrar un video.

Jonathan deja la posición y le pide a un amigo que siga con la violación, entonces ambos cambian de lugar y Luciana sigue con los pechos a la pared. Luego vuelve a sacar el celular y le muestra un video donde sale Giovanna diciendo a las amigas.

-“Después en su departamento tuvimos relaciones sexuales, jajajaja. Desde que llegó supe que era lesbiana, por eso me acerque hasta convencerla. Yo solo quería experimentar con ella, la verdad ahora me da asco. Tiene unas cicatrices raras. El problema es que ahora cree que estoy enamorada de ella. Jajajajaja”

El dolor contenido en su interior se transformó en rabia, en una furia incontrolable que tenía retenida, guardada y no le quedó más remedio que utilizarla.

Luciana soltó con fuerza su brazo derecho y golpeó con un combo a quién la tenía sujetada, luego golpea al otro agresor enviándolo lejos y al piso, mientras se da vuelta para agarrar el pene erecto del violador y lo desgarra fuertemente del cuerpo. La sangre del joven se mezcló con la de ella y el grito de dolor lo inhabilitó para defenderse. Los tres matones restantes quedaron sorprendidos, pero aun así pensaron que podían controlarla y se arrojaron contra ella para retenerla y vengar a su amigo. Pero era imposible, Luciana tenía la fuerza de un hombre y sabía defenderse. Era como si fuera otra persona, cambió rotundamente la delicadeza de una mujer por la brutalidad de un hombre enojado, endemoniado.

– ¡Lesbiana de mierda tienes fuerza más encima!- Le grita Jonathan antes de caer.

El golpe en el rostro le quebró la nariz al pololo de Giovanna y cayó de rodillas al suelo. Era el último en caer ya que los otros dos quedaron aturdidos con la botella de vino que le quebraron en la cabeza.

Luciana se calma un poco y retiene la furia, saca de la cocina un bidón con un líquido y comienza a esparcirlo en el estar, en los muebles, cortinas y sobre los cuerpos inconscientes de los amigos de Jonathan.

-¿Qué estás haciendo?- le pregunta el joven desde el piso con la cara ensangrentada.

– Me toca a mí contarte un secreto- Le responde Luciana y le da otra patada en la mandíbula.

– Estuve enamorada hace cinco años. Mariela era hermosa. Así se llamaba. Fueron los mejores años de mi vida.- Seguía vertiendo el líquido a su alrededor- hasta que descubrí que me engañaba con su amiga. Me pasó lo mismo que a ti. Se acostó con ella, pero varias veces.

Termina de vaciar el bidón y saca del closet un abrigo largo y se cubre el cuerpo desnudo.

– Cuando supe la verdad me descontrolé, al igual que tú. No pude aguantar ese impulso agresivo, violento y golpee a Mariela y a sus tres amigas más que estaban en la sala del Instituto.

– ¿El instituto?- Pregunta Jonathan desde el piso.

– Si, yo estudié en el instituto deportivo, en el mismo que hago clases. Y hace tres años descubrí el engaño de Mariela. Pero aquel entonces mi descontrol fue mayor, llevé a la sala una botella de parafina y las quemé.

– ¿¡Qué!?- Ahora el sorprendido era el joven.

– El incendio de hace tres años lo provoqué yo. Soy culpable de calcinar a Mariela y a sus tres amigas.

Luciana se había puesto las botas y vuelve a golpear en la cabeza a un joven que estaba despertando mientras continúa contando su secreto.

– Pero la venganza a ese engaño me costó mucho. Yo también me quemé en ese incendio, me quemé el 70% del cuerpo, recuerdo que apenas pude escapar, creo que pasé escondido en la piscina del instituto como 2 días.

Luciana saca del bolsillo del abrigo un encendedor y lo enciende frente al espanto de la cara de Jonathan.

– Que dolor más grande. Lo peor de todo- Se limpia la sangre de la cara con una polera- Es que en ese 70% de quemadura estaban mis genitales.

– ¿Qué dices?- Pregunta Jonathan del piso botando un diente.

– Eso, hace tres años era un hombre. Tenía pene igual que tú, pero más grande.

En cosa de segundos Jonathan se levanta para detener a la instructora y el encendedor cae al piso incendiando todo el departamento con ellos adentro.

Luciana cierra la puerta con llave y se escapa diciendo.

– Giovanna, Giovanna… Sufrirás el mismo destino que mi Mariela hace tres años.

 

Continuará…..


Autor: consciencia12

Imagen: Internet