Las únicas veces que su expresión efusiva de amor se ve interrumpida, es cuando Celina debe ir a trabajar de noche, ya que su profesión como enfermera la requiere en turnos nocturnos 3 veces a la semana; lunes, martes y miércoles.
Todo comenzó un lunes.
Cuando la pareja termina de tomar once. Celina arregla los últimos detalles de su maquillaje y se despiden hasta mañana temprano. Estéfano mira a su amor hasta que el taxi desaparece y comienza su rutina de ejercicios, luego se baña y se acuesta a ver su serie favorita; CSC (Capital sin Crimen). Generalmente no alcanza a terminar el tercer capítulo porque el sueño lo vence, por lo tanto, la TV y las luces se apagan automáticamente y se activa el sistema de seguridad.
Luego de un par de horas, con los ojos a medio abrir y con plena oscuridad siente que una mujer se acuesta en la cama.
– ¿Celina eres tú? – preguntó soñoliento.
– Si amor… soy yo. – le dice la mujer y lo abraza.
– ¿Qué pasó con el turno?
– Me lo cambiaron esta noche, una colega me pidió el favor. – responde Celina mientras le besa el cuello y le cubre el rostro con su cabello aromatizado, haciendo que despierten fogosamente todos los sentidos del hombre.
Nuevamente abre los ojos y los dígitos en la pared le daban las 08:00hrs a.m. Se da cuenta que su mujer no se encuentra y baja al primer piso a buscarla. Recorre la casa, grita su nombre y no encuentra rastro de Celina. Lógicamente pensó que debía reponer el turno hoy martes temprano, entonces entró a la ducha.
Mientras se miraba al espejo y anudaba la corbata, siente que su mujer entra a la casa.
– Celina, ¿amor donde fuiste? – le pregunta besándola.
– Solo quiero mi cama. – responde con voz fatigosa. – Tuve una noche estresante, como nunca llegaron cientos de accidentados.
La duda pasmó a Estéfano y miró a su mujer.
– ¡¿Trabajaste anoche?!
– Obvio amor, vengo llegando.
El asombro fue la única respuesta de Estéfano. Su mentalidad transformó lo sucedido anoche en un apacible y candente sueño, pero con un porcentaje de incertidumbre.
Uno se va a la cama y el otro a trabajar. Celina cae en un profundo sueño y Estéfano mientras viaja a su trabajo recuerda vívidamente la noche de sexo que tuvo, si bien es cierto todo indica que fue un sueño, no comprende cómo pudo ser tan real… Se mantuvo complacido todo el día con el recuerdo.
Después de la jornada laboral, termina la once del martes en la casa de la pareja, Celina recuperada se despide de Estéfano y se va en el taxi que la pasa a buscar a las 20:00hrs p.m. En cambio, el joven termina el día con las actividades diarias; rutina de ejercicios, 3 capítulos de CSC y se vuelve a dormir en su cama, lo que provoca la activación de los sensores que apagan las luces y encienden el sistema de seguridad.
Noche del Martes.
Ya adentrada la noche, Estéfano siente que el cobertor lo levantan de su lado y que se hunde la cama, siente el respirar conocido de otra persona, siente el aroma de la piel, del pelo y la humedad de los labios de su mujer. Otra vez despierta con las adoradas caricias de Celina.
– ¿Estoy soñando de nuevo? – se pregunta Estéfano.
– No amor mío… soy tu mujer. La que te amará por siempre. – le responde Celina.
Estéfano intenta concentrarse y autoconvencerse de que es un sueño, ya que es tan real sentir la piel de su esposa. Y mientras la recorre y besa apasionadamente, compara que el actuar sexual de esta Celina es distinto, es más experimentado, es mejor incluso. Ya que la pasión con la que la mujer lo excita la desconoce, llega a pensar incluso que está fornicando con otra persona, pero no es así, es Celina la que tiene entre sus brazos y él lo sabe muy bien. Ya que conoce cada parte de su cuerpo.
Se encienden los dígitos a las 08:00hrs a.m. del miércoles y solamente la soledad acompaña a Estéfano en la cama. Otra vez estaba solo y en la ducha recordaba el sueño, recordaba la nueva forma de tener sexo, sonreía por descubrir una nueva forma de amar. Al salir de la ducha se mira al espejo y ahí notó algo que lo dejó perplejo, tenía en su pectoral derecho un hematoma, era evidente la succión con la boca que le dejó un chupón. Esa fue la primera vez que sintió temor, la extrañeza de tener la lesión sexual le confirma que lo vivido anoche fue real, pero no podía entender nada, menos explicarlo, entonces se lo ocultó a Celina que venía llegando.
– Amor, otra vez el turno fue horrible. Se nos acabó el suero y la tela adhesiva, tuvimos que solicitar de urgencia otro suministro…. ¿Me escuchas?
– Si…si…
– Y porque no dices nada…
Estéfano oía a su esposa, pero no la escuchaba. Su mente estaba detenida en lo sucedido anoche, tenía una mezcla entre soledad, oscuridad, alarmas activadas, sexo y su mujer que al parecer no era su mujer, pero por más que trataba de enlazar algo coherente no llegaba a ningún resultado. Se fue incluso pensando que Celina le estaba haciendo una broma o que estaba jugando a algún tipo de juego de amantes falsos.
Llegó a la oficina aun queriendo conseguir un resultado aclaratorio para esas dos noches de sexo, entonces abre el software de su sistema de seguridad de la casa y empieza a investigar. Le da inicio a la cámara N°4 del segundo piso que enfoca la entrada de la pieza matrimonial, retrocede hasta las 01:00hrs am y no ve nada, solo oscuridad, sigue el avance en rapidez 2x hasta que se espanta con lo que ve a las 03:00hrs am.
Efectivamente Celina se cruza por el estar del segundo piso, con la misma ropa que se fue a trabajar entra al dormitorio, se desviste mirando fijamente a la cama y se acuesta. Pero lo más raro para Estéfano es que esa Celina jamás entró a la casa, la cámara N°1 no graba ese momento y el sistema de seguridad tampoco se activa mientras ella camina.
Con la mano en la cabeza trataba de buscar una explicación, el miedo le tenía la piel de gallina y la camisa se mojaba con el sudor frio que libera su piel. Solamente una llamada telefónica de su casa lo sacó del shock.
– ¡Aló! – contesta holgando el nudo de la corbata.
– Hola amor, quiero preguntarte algo.
– Celina, amor. ¿Qué… que quieres preguntar? – responde mientras activa la cámara para ver a su mujer en tiempo real.
– Es con respecto a la carta que me dejaste. ¿Por qué no quieres que siga trabajando en turnos de noche?
– ¿Qué? – Ve que su esposa tiene un papel en la mano mientras habla con él.
– Yo no escribí nada.
– Amor… lo acabo de sacar del bolsillo de mi pijama. Es tu letra.
– Pero… yo… noooo….
– Sabes que no puedo dejar los turnos, es imposible… la única solución es cambiarme de clínica…. Pero eso sería…
Mientras escucha a Celina se da cuenta que en la cámara N°4 a las 04:00hrs am, la Celina de la noche abre el closet y deja algo en el bolsillo del pijama. Se viste mirando fijamente la cama y comienza a caminar hacia la sala de estar, pero esta vez se detiene con la mano en el pecho y cae al suelo. Comienza a retorcerse como si sufriera alguna dolencia, mira hacia adelante y a duras penas se arrastra hasta desaparecer del lente de la cámara, pero jamás la vio bajar la escalera ni salir de la casa. Mueve la cámara y la redirige al punto donde la mujer desaparece, pero es imposible, hay un punto ciego.
Toda la jornada laboral fue un martirio para Estéfano, pensaba en cómo resolver la situación, como llegar a una explicación, no podía entender la existencia de dos Celina. Miraba una y otra vez el video y focalizaba el rostro de la mujer que lo frecuenta de noche, lo miraba y lo miraba y era idéntica a su Celina actual. Ahora debía encajar en su historia una carta que nunca escribió.
Llegó a su casa a tomar once, nervioso, asustado. No podía contarle a su mujer por lo que pasaba. El temor a perderla por pensar en el engaño, en una amante, lo superaba. Pero tenía un plan, esta era la última noche cuya mujer trabajaba, el último turno de la semana, entonces se dispuso a resolverlo.
Se despidió de Celina y esta vez no miró al taxi desaparecer, tampoco realizó la rutina diaria de ejercicios y tampoco miró los 3 capítulos de la serie CSC. Ocupó el tiempo en preparar su plan que consistía en instalar una nueva cámara en su dormitorio, pero camuflada, escondida. Instaló otra cámara inalámbrica eliminando el punto ciego que tenía la cámara N°4, aumentó en 100% la sensibilidad de los sensores del sistema de seguridad; ya que este encenderá todas las luces de la vivienda al menor movimiento detectado. Y para terminar el plan, abrió una biblia que compró y la dejó sobre el velador del dormitorio.
Noche del Miércoles.
Con los ojos clavados al techo y en plena oscuridad el joven Estéfano esperaba a su amante, por alguna razón sabía que esta noche también aparecería. Y no quería solamente resolver el misterio, algo dentro de él la deseaba. Ya sabía que a las 03:00hrs a.m. aparece la mujer, y eso lo mantenía ansioso y a la vez temeroso, por esa razón miraba la biblia que estaba a su lado.
De tanto esperar, comienza a sentir el seductor aroma de su Celina provocando que todos sus sentidos se alertasen, lo que permitió que comenzara a escuchar pasos en la sala de estar. Cierra los ojos para esperar los primeros besos cautivos, pero a la vez cuestionando el sistema de seguridad que no funcionaba. Luego siente que su amante está desvistiéndose al lado de la cama, siente la respiración de la mujer, pero más fuerte siente golpear su corazón. Pensaba en qué momento desenmascarar a su amante, en qué momento y con qué fuerza levantarse para descubrir la verdad, pensaba mientras era besado en el pecho, en el cuello y su boca.
Impulsivamente la besa, le toma la cabeza y se monta sobre ella, luego toma rápidamente el celular y enciende manualmente la luz del dormitorio. El asombro de ambos no solamente envolvió el cuarto, sino también sus expresiones faciales.
Se levanta de la cama, cierra la puerta de un golpe, toma el bate de béisbol que estaba detrás y toma la biblia para evitar que trate de escapar. De esa forma tomó el control.
– ¡no te acerques, quédate en la cama! – le exige a su amante con voz de autoridad mientras expulsa miedo contenido.
– ¡No Estéfano!, ¿Qué haces? – responde la mujer desnuda en la cama.
– ¡¿Cómo sabes mi nombre…?!, ¡¿Quién eres?! – solo preguntas tenían como respuestas.
– ¿Qué no vez?, soy tu esposa, Celina.
– No… no…no. Mi esposa está trabajando. Tú no eres ella, ¡no sé porque eres igual! No sé ni cómo entraste a la casa…, ¡explícame! – responde con la biblia como escudo.
– Amor… es complicado que te cuente la verdad, no tiene importancia en este momento. Por favor vuelve a la cama. – la mujer mira los números de la pared que marcan la hora, algo la impacienta.
– Ven a la cama amor, por favor. – insiste.
– ¡No!, ¿Qué eres?, ¿un demonio?
– Amor, nada de eso. No sabes lo que entregué a cambio para poder verte. Soy tu esposa. – responde triste.
– Deja de decir eso por favor. ¡No lo eres!
– El sistema de seguridad no suena porque la clave es 2-0-8-0. Es la fecha de tu nacimiento. – la mujer sabe secretos esenciales y los usa para convencer a Estéfano.
– ¡Mierda!… – tambalea la cabeza sin poder creer.
– La razón por la que estoy aquí es por amor. Es por ti. Pero por favor ven.
En ese momento Estéfano deja caer la biblia por un malestar en el lado izquierdo del pecho, le dolió tanto que sus nervios se encogieron al punto de doblarle el brazo y adormecerlo.
– ¡¿Qué me pasa!?, ¿Qué me estás haciendo? – le grita a la mujer.
– Nada amor, yo no te estoy haciendo nada. Es tu cuerpo. – la mujer mira la hora y se levanta de la cama sabiendo que el joven Estéfano caería cansado al suelo.
Auxilia al joven llevándolo a la cama mientras que la respiración se le hacía más lenta y lo acuesta. El llanto era evidente de Celina, pero aún incomprensible para Estéfano.
– Estas sufriendo un infarto amor. – le dice llorando.
– No…no puede ser… debo llamar a mi esposa. – Con lágrimas en los ojos la mujer le acerca el celular.
El dolor en el pecho no permitía encontrar el contacto de su esposa en el celular, pero lo consiguió mientras la mujer lo tapaba con el cobertor.
– Buenas noches, clínica central, en que puedo ayudarle. – le responden del otro lado.
– Por favor, mire soy Estéfano Turner, esposo de Celina Campbell, trabaja en la sección beta…deme con ella, es urgente.
– Ok señor, pero estamos en código rojo, tenemos muchos pacientes con heridas graves. Le daré su mensaje para que le devuelva el llamado.
– No, es urgente… me siento mal, quizás esté sufriendo un infarto y estoy solo. – Mirando el triste rostro de su amante.
– Muy bien señor, entiendo. Registré su ubicación en mi computadora. Por favor no haga ningún esfuerzo y acuéstese, la ambulancia llegará lo antes posible con su esposa.
Gradualmente el infarto empeoraba, la piel del joven comenzó a sudar igualando las lágrimas de la mujer.
– ¿Dime quién eres?… pregunta mirando a la mujer a los ojos. Al parecer no quería morir sin la respuesta.
– Soy tu esposa del presente, tu viuda amor mío. – después de esas palabras el llanto acrecentó.
– No te entiendo – responde apenas por el dolor en el pecho.
– En esta noche nos separamos amor mío, me dejas. – besándole la frente, la cara y llorando. – Pude venir estas dos noches por una hora para volverte a besar, y a amarte.
La mujer sabía que en el certificado de defunción de Estéfano figuraba que la hora del deceso fue a las 03:40hrs a.m.
– No te entiendo, ¿Por qué dices que moriré? – pregunta con respiración baja.
– De dónde vengo, es el presente. – explica llorando. – tu futuro. Se nos permiten 3 viajes al pasado y cada uno por una hora, es por eso por lo que elegí venir a verte amor. Nunca te olvidé. Te amo…
Estéfano comenzó a lagrimear, era inevitable pensar en la soledad de su amada, de su esposa, de su real Celina. Detonó en llanto y tristeza saber que está a punto de morir y sólo.
– ¡No puede ser!… – entrega esperanzas – La ambulancia con mi esposa viene en camino. No moriré.
El llanto impedía que la mujer respondiera, ella sabía que no alcanzarían a llegar. Por alguna razón en el futuro de Estéfano existe el certificado de defunción.
Y él se dio cuenta.
– Y tú, ¿por qué no me llevas a la clínica? – preguntó esperanzado.
– Lo haría mil veces amor, pero moriríamos ambos. Créeme que no puedo. – responde desconsolada.
– Por favor… pásame el lápiz y un cuaderno del velador. Sé cómo evitar mi muerte.
La mujer accede a la petición y le entrega los objetos a Estéfano.
– Celina por favor… amor. Tú eres mi única salvación. – le entrega una carta a su amante- Si mi esposa del presente no trabajara de noche, ella podría salvarme a tiempo. – la esperanza del joven se transformó en creer. Por esa razón le escribió a su esposa que deje de trabajar de noche.
Ambos sabían que se podía realizar un último y tercer viaje al presente de Estéfano, pero solamente Celina sabía que el tercer viaje era fatal, que moriría también.
– Si mi vida… hare lo que me pides – contesta afligida porque su amor de toda la vida está quedando sin aliento en sus brazos. – Entregaré esta carta, aunque pierda mi vida.
Los viajes al presente le permitieron a Celina ver morir en sus brazos al amor de su vida de un infarto fulminante que tuvo en su pasado. Pudo hacer lo que cualquier ser humano desearía si tuviera la oportunidad de volver a besar, volver amar o ver morir a un ser querido, cuando existe amor incondicional y eterno.
Cuando llegó la ambulancia a la casa, ya era tarde. Los intentos de reanimación no fueron efectivos para doblegarle la mano a la muerte. Estéfano ya había muerto y con él murió el corazón de Celina, la nueva viuda. La viuda que arrodillada besa el cadáver de su amor y promete que jamás lo olvidará, que en el futuro hará cualquier cosa que esté a su alcance para volver a estar con él.