Mi Condenado Secreto-C2
Estaba regando el jardín cuando apareció un niño con un sobre blanco en la mano, preguntó mi nombre y me lo entregó; dijo que una persona le dio plata por ese favor. No alcancé a preguntar nada ya que el pequeño corrió dichoso con el billete. Insegura abro el sobre y al leer le entrego al arrebol de aquella tarde una sonrisa por tan hermoso poema, pero el efímero sentimiento sucumbió a la amenaza que le seguía.
*Te espero en el edificio «Elskere», departamento 77, o tu pasado será tu condena.
El mensaje pudo ser una mera broma de mal gusto, eso pensé en el momento, pero la amapola seca que estaba en el sobre me trasladó a mi juventud con lágrimas nostálgicas que mojaban la flor. Era evidente que alguien sabía el significado de ese mensaje, sobre todo al enviar el objeto que me une incondicionalmente al pasado que debo mantener en secreto. Mi hija mayor me miró extrañada cuando le pedí que cuidara de la casa y le dijera a su padre que llegaré más tarde, obviamente no le dije que debía resolver este misterio lo antes posible.
Cuando terminó la canción que habla de la poligamia en radio P.J., el colectivo me dejó justo en la esquina del edificio mencionado y la rabia que contenía se había acumulado en cada kilómetro que recorrí. Miles de preguntas pasaban por mi cabeza que no me dejaban hilar un sermón para enfrentar a la persona que me citó a ese departamento. Me amarré el pelo para aparentar mayor convicción y golpee la puerta.
Estoy segura que un hielo se derrite más lento en las brasas, que mi decisión de agredir verbalmente a ese hombre que a dorso desnudo se paró frente a mí. ¿La verdad, la verdad…? en mi cabeza pasaron simultáneamente imágenes de esas películas románticas y eróticas que vemos con amigas.
Me invitó a entrar y me ofreció sentarme, pero fue mi instinto quien me sacó de esa ilusión que generaba pensamientos obscenos, entonces le pregunté por la carta. Como respuesta de este desconocido solamente fue el abrir de un libro y mostrarme otra flor amapola seca que guardaba. El sabía el significado que tenía para mí, por eso se sentó al lado y me dijo;
*La hermosura de una amapola puede deslumbrar tu pasado, pero sus espinas pueden destruir tu presente.
No sabía que esas palabras llevaban implícitamente una amenaza, la verdad no lo noté ya que su voz me cautivó inmediatamente, miraba en cámara lenta como gesticulaba al hablar mientras sus carnosos labios eran víctima de la flecha que mis ojos apuntaban. El aroma de su piel me sedujo a tal punto que mis poros se abrieron para ayudar a la nariz a inhalar más de él. Inconscientemente el cuerpo exigía lo que olía eh incitaba a mis manos para alcanzar la fruta que el cerebro imaginaba. Ni cuando estuve embarazada sentí un antojo tan impulsivo, pero su musculatura terminaba en un abdomen blanco y limpio que abría algo más que mi imaginación. Estoy segura que no era amor a primera vista, tampoco una atracción hacia un desconocido, pero la química que mi cuerpo experimentó me hacía dudar de ambas. La voluntad femenina se destaca por la seguridad de tomar decisiones certeras en situaciones adversas, y esta era una de ellas, así que tomé mi cartera y encaré al desconocido obligándolo a no enviar más sobres blancos a mi casa, le dejé claro que el amor a mi familia está antes que todo, me doy vuelta para salir, pero una amenaza detuvo mis pasos. Se acercaba a mí lentamente mientras me decía que cada mañana mi marido y mis hijos recibirán una flor amapola de parte de él hasta que la curiosidad detone con preguntas y resurjan un secreto guardado por años. Con mayor razón el amor a mi familia era mi prioridad y debía conservarlo, por eso debí guardarme la rabia y dejar que me muestre el precio del silencio.
Se puso detrás mío para tomarme del cuello con sus tibias manos; imaginé por un segundo que le pondría fin a mi vida, pero solamente activó esa electricidad de la espalda que te excita porque es tocada por alguien que sabe despertar tus sentidos. Me soltó el pelo y me abrazó diciéndome al oído que no me preocupara, que él no haría nada sin mi consentimiento. Tenía toda la razón del mundo, porque mis deseos en ese momento eran dejarlo seguir con su chantaje. Cerré los ojos para dejarme llevar por lo que venía; y debo admitir que estaba ansiosa. Me preguntaba además ¿Cómo no lo conocí antes?, o por lo menos si existe en una realidad alterna una versión de mí que vive con ese hombre.
Me abrazó cálidamente por detrás y sentí una agradable protección, su esencia varonil creaba una complaciente órbita atmosférica y la dureza a cabalidad de su anatomía rozaba mi espaldar despertando en plenitud la libido femenina. Dejé que me desabrochara lentamente la camisa…, botón por botón, lo que provocó que soltase mi cartera y sea la primera en caer al piso, luego le siguió la camisa, pero cuando desabrochó el seguro del brasier, mis piernas dejaron de tocar el piso para envolver los muslos de sus fornidas piernas. Ahí supe que ya no había vuelta atrás y por eso liberé mis sentidos y me entregué plenamente a la situación, empecé con besos desenfrenados que me hicieron olvidar la amenaza. Ahora solo existían dos personas encerradas en el departamento 77 creando otro nuevo gran secreto. Me sentó efusivamente en una mesa y comenzó a humedecer con sus labios toda mi cándida piel, por mi parte enredaba mis dedos en su cabellera masajeando su cabeza que se perdía entre los montes del ceno maternal. Ni sentí en la espalda lo que había en la mesa cuando me acostó para desabrochar el jeans y descubrirme completamente. Fue en ese momento cuando ambos soltamos los primeros quejidos como si fuese un mutuo acuerdo, lo que confirma que la química y deseo de nuestros cuerpos estaba predeterminada a unificarse. Primera vez que la mesa me da tanto placer y la utilizo para algo más que posar los platos del almuerzo. Miraba a este hombre sobre mí sin saber si estaba en este planeta, ya que sus ojos gozantes permanecían cerrados mientras su cadera iba y venía internando el aire que expulsaba con mis quejidos. El tiempo es relativo en ciertos momentos de placer y sin darme cuenta me encontraba cara a cara con la madera de la mesa y mi agitada respiración la empañaba cada vez más, en ese entonces decidí empoderarme de la situación y lo llevé sobre la alfombra para sentarme sobre él y someterlo a mis movimientos más indecorosos. Desde ese momento estaba consciente de una confusión de roles, no sabía si era él o yo quien se estaba aprovechando del otro.
Ese fue mi primer encuentro sexual con aquel desconocido y lo recuerdo como si fuera ayer, por eso afirmo que la primera vez nunca es olvidada. Ahora solo sé que la traición camina a mi lado y el sentimiento de culpa es mi sombra. Por eso todo debe terminar hoy, por lo tanto en mi cartera va una pistola cargada y el tercer sobre que dice;
“Puedes olvidarte del mundo,
del sol y antepasados,
pero el amor que yo te entrego
jamás será olvidado.”
*Nos vemos en el lugar y a la hora de siempre, o tú sabes lo que pasará.
Continuará… tercera y última.